Meritxell Martí (traducción de Ana Holgado)
Sobre las enfermedades raras con la colaboración del Hospital Maternoinfantil Sant Joan de Déu (Universitat de Barcelona)
VIDA DE PI (Yann Martel) Oda a la vida desde un punto de vista muy espiritual
LA ELEGANCIA DEL ERIZO
EL PRINCIPITO
de Saint-Exupéry
Orhan Pamuk: La casa del silencio
Título original: Sessiv Ev
Idioma original: turco
Año de publicación: 1983
Valoración: Muy recomendable
En una familia, igual que en un país, el silencio más profundo puede coexistir con una avalancha de palabras o con un enorme tumulto. Y lo que se omite suele ser lo más importante, pues abarca los conflictos sin resolver, los tabúes, las diferencias insalvables, los odios soterrados. Todo lo que no se nombra genera represión individual o colectiva y esto produce violencia.
La casa del silencio, como crónica familiar y mosaico social que es, refleja toda la aspereza, el dolor, la energía, el idealismo y la rabia que se depositan en hogares y países. Cinco voces se van turnando para hablarnos de ellos mismos y de los otros, de los que tienen voz y de los que no, de los vivos y de los muertos, descubriéndonos deseos y obsesiones, grandezas y miserias, la razón por la que cada uno merecería vencer y el devenir que les acabará derrotando. Faruk, Recep, Fatma, Sadam y Metin hablan con tal veracidad que nos parecen viejos conocidos, lo que les ocurre y motiva es real y a la vez cada uno de ellos representa una parcela concreta de la Turquía de hace treinta años y quizá también de la más reciente.
La religión puede ser una barrera, como lo es la diferencia de fortuna, los abismos culturales, la estricta educación, las diferencias generacionales, la legitimidad y la bastardía. Una sociedad es el caldo de cultivo de los mejores y los peores instintos. Una familia también. A Fatma, educada en el mayor puritanismo, la casaron muy joven con un hombre culto y liberal con el que no llega nunca a entenderse. A causa de este desencuentro – y del machismo omnipresente – al señero tronco familiar se le añade una rama considerada menos honorable, una rama que, a pesar de su completo desamparo, se esfuerza por sobrevivir. La anciana, cuya dureza no excluye un gran dolor, personifica el sector más arcaico, encallecido por los golpes que el progreso ha asestado a una tradición que considera sagrada. A su vez Sadam, socialmente en las antípodas de Fatma y cuya existencia ella parece ignorar, es la versión actualizada de esa conciencia inamovible. En el otro extremo está el enano Recep, el mayor tesoro que Fatma ha recibido – tras haber tenido que vender tantas alhajas – y que nunca será capaz de apreciar, también el más afortunado a pesar de su desgracia pues su abnegación y sensatez le aportarán más equilibrio y fortaleza que al resto. Por último, Faruk y Metin, pertenecientes junto a Nilgün al clan legítimo, no merecen el resentimiento de los otros y si de algo son culpables es de no saber apreciar lo que tienen.
Intimista y melancólica pero fuertemente anclada en la realidad, esta novela presenta una sociedad en plena mutación, que lucha con sus complejos y a la que al deseo de evolucionar se opone su orgullo y la defensa de las costumbres de siempre. A veces ambos impulsos coexisten en el mismo personaje, otras les enfrenta entre sí. Cuando las tensiones que genera todo esto producen más dolor del que se puede soportar y la pasión, tan incontrolable como imprevisible, confunde el amor y el odio, la amenaza se gesta, permanece latente y, cuando menos se espera, acaba estallando.
Fantástica galería :-)
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