LA APUESTA DE PASCAL
"Lefort se me quedó mirando sin pestañear, sin duda impresionado por mi inesperada salida. Durante unos momentos permaneció callado, no sé si tentado de mandarme a tomar viento fresco.
- Voy a hacerle una pregunta-dijo, como si con ella quisiese disipar una última duda-. ¿Es usted creyente?
-No, no lo soy-contesté con mi habitual seguridad en este terreno, aunque por primera vez en mucho tiempo sentí que mi negación producía un eco, un rumor interior que me resultó desconocido.
-En ese caso, acepto su propuesta. Estaremos juntos en esto. Pero sepa una cosa, yo sí soy creyente, y además estoy obligado a serlo. ¿Conoce la apuesta infinita? ¿La apuesta de Pascal?
Era algo que conocía cualquier estudiante de Bachillerato: había que apostar a favor de la existencia de Dios, porque si se perdía, nada se perdía, y en cambio si se ganaba, la felicidad infinita se ganaba.
-Sí, la conozco.
-Yo estoy obligado a apostar por Dios. Y por eso , vea lo que vea y piense lo que piense, no intente intervenir en esa creencia...."
La apuesta de Pascal
Eliacer Cansino